Entre las pruebas de caracterización de los materiales metálicos y no metálicos, una de las más importantes por la información que aporta es la prueba de resiliencia, útil para evidenciar el grado de tenacidad de un material, es decir, su capacidad de resistir a los impactos.
La prueba de resiliencia para los metales está regulada por la norma UNI EN ISO 148-1:2011 y se realiza utilizando una maquinaria conocida comúnmente como el péndulo de Charpy. En este dispositivo una masa se fija a un eje, libre de rotar y que forma un péndulo capaz de liberar una energía igual a 450J. La función de esta masa es golpear una probeta y medir la energía que absorbe antes de su rotura.
En la
prueba de resiliencia la forma de la probeta y de la masa batiente están estandarizadas para obtener resultados lo más coherentes posibles, aunque a menudo la función principal de la prueba es la de verificar el tipo de rotura del metal. De hecho, se verifica si la rotura es dúctil o frágil, esto en el sector de las estructuras puede ser determinante.
La prueba de resiliencia da también valores útiles para verificar si el material tiene los requisitos para satisfacer la directiva PED.